LA CIEGA

María Josefa Mujia (1812-1888), poetiza chuquisaqueña, considerada una de las primeras poetisas del romanticismo en Bolivia; perteneció a la época denominada romanticismo en el siglo XIX, escribió versos de dolor y de tristeza en la intimidad de su hogar. Sus biógrafos dicen que perdió la vista de tanto llorar la muerte de su padre a los catorce años de edad. Tenía una formación autodidacta y una inclinación natural a la versificación; único medio que le permitía transmitir con energía y precisión los sentimientos que le nacían desde lo más hondo de su ser.

¡Todo es noche, noche oscura!
Ya no veo la hermosura
de la luna refulgente,
del sol resplandeciente
Tan solo siento su calor
No hay nubes que el cielo dor
Ya no hay alba, no hay aurora
de blanco y rojo color

Ya no es bello el firmamento
ya no tienen lucimiento
las estrellas en el cielo
todo cubre un negro velo
ni el día tiene esplendor
no hay matices no hay colores
ya no hay plantas, ya no hay flores
ni el campo tiene verdor

Ya no gozo la belleza,
que ofrece naturaleza,
lo que al mundo adorna y viste;
Todo es noche, noche triste
de confusión y pavor.
Doquier miro, doquuier piso
nada encuentro y no diviso
más que logobrez y horror.

Pobre ciega, desgraciada,
flor en su abril marchitada
¿Qué soy yo sobre la tierra?
Arca do tristeza encierra
su mas tremendo amargor;
Y mi corazón enjuto,
cubierto de negro luto,
Es el trono del dolor

En mitad de su carrera
u cuando más luciente era
de mi vida el astro hermoso,
En eclipse tenebroso
por siempre se oscureció.
De mi juventud lozana
la primevera temprana
en invierno se trocó

Mil placeres alagüeños,
bellos días risueños
el porvenir me pintaba,
y seductor me mostraba
por un prisma encantador.
Las ilusiones volaron
y en mi alma solo quedaron
la amargura y el dolor.

Cual cuativo desgraciado
que se mira condenado
en su juventud florida
a pasar toda su vida
en una horrenda prisión;
Tal me veo, de igual suerte,
solo espero que la muerte
de mi tendrá compasión.

Agotada mi espranza
ya ningún remedio alcanza,
ni una sombre de delicia
a mi existencia acaricia;
Mis goces son el sufrir:
y en medio de esta desdicha
solo me queda una dicha,
Y es la dicha de morir

Comentarios

Entradas populares de este blog

PAJARO HERIDO

GASTAR LA VIDA

EL CUERVO